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Mainz
A orillas del Rin y el Meno se encuentra Maguncia, la encantadora capital del estado de Renania-Palatinado. Una ciudad con raíces romanas, una historia milenaria y una profunda tradición vinícola. Aquí el encanto no se grita, se siente: casas con entramado de madera, plazas adoquinadas, campanas que marcan el paso del tiempo, y una vida cotidiana que convive en armonía con su pasado.
Maguncia está a solo unos minutos de Fráncfort, pero parece vivir en un ritmo distinto. Es acogedora, fácil de recorrer y perfecta para caminar. Todo gira en torno a la Catedral de San Martín, un majestuoso edificio de piedra rojiza que lleva más de mil años en pie. Desde allí, las calles serpentean entre mercados, tabernas tradicionales y paseos junto al río. El ambiente es auténtico, cálido y lleno de historia viva.
Empieza por la catedral. Su presencia impone desde fuera, pero es su silencio interior el que deja huella.
A unos pasos, el Museo Gutenberg rinde homenaje al inventor de la imprenta moderna. Allí podrás ver dos Biblias originales impresas por Gutenberg: joyas culturales de valor incalculable. El casco antiguo está restaurado con encanto. Perderse entre sus calles es como viajar en el tiempo, con fachadas de colores y esquinas llenas de detalles.
Maguncia es una de las capitales del carnaval alemán. En primavera, durante el Fassenacht, todo se transforma: desfiles, disfraces, música y una alegría contagiosa llenan la ciudad. La región de Rheinhessen, con Maguncia en su corazón, es la mayor productora de vino del país. Sus viñedos se extienden por colinas suaves y producen excelentes Rieslings y Silvaners. Si quieres una vista distinta, cruza el Rin en ferry. Desde la otra orilla, Maguncia se ve más tranquila, más íntima.
Y antes de irte, prueba la especialidad local: Weck, Worscht un Woi – un panecillo, salchicha y vino regional. Simple, sabroso y lleno de tradición.
A orillas del Rin y el Meno se encuentra Maguncia, la encantadora capital del estado de Renania-Palatinado. Una ciudad con raíces romanas, una historia milenaria y una profunda tradición vinícola. Aquí el encanto no se grita, se siente: casas con entramado de madera, plazas adoquinadas, campanas que marcan el paso del tiempo, y una vida cotidiana que convive en armonía con su pasado.
Maguncia está a solo unos minutos de Fráncfort, pero parece vivir en un ritmo distinto. Es acogedora, fácil de recorrer y perfecta para caminar. Todo gira en torno a la Catedral de San Martín, un majestuoso edificio de piedra rojiza que lleva más de mil años en pie. Desde allí, las calles serpentean entre mercados, tabernas tradicionales y paseos junto al río. El ambiente es auténtico, cálido y lleno de historia viva.
Empieza por la catedral. Su presencia impone desde fuera, pero es su silencio interior el que deja huella.
A unos pasos, el Museo Gutenberg rinde homenaje al inventor de la imprenta moderna. Allí podrás ver dos Biblias originales impresas por Gutenberg: joyas culturales de valor incalculable. El casco antiguo está restaurado con encanto. Perderse entre sus calles es como viajar en el tiempo, con fachadas de colores y esquinas llenas de detalles.
Maguncia es una de las capitales del carnaval alemán. En primavera, durante el Fassenacht, todo se transforma: desfiles, disfraces, música y una alegría contagiosa llenan la ciudad. La región de Rheinhessen, con Maguncia en su corazón, es la mayor productora de vino del país. Sus viñedos se extienden por colinas suaves y producen excelentes Rieslings y Silvaners. Si quieres una vista distinta, cruza el Rin en ferry. Desde la otra orilla, Maguncia se ve más tranquila, más íntima.
Y antes de irte, prueba la especialidad local: Weck, Worscht un Woi – un panecillo, salchicha y vino regional. Simple, sabroso y lleno de tradición.